relato
13 ene, 2021
Mi nombre es Ian, vivo en una humilde aldea, me dedico a la agricultura en una granja a las afueras.
Un día un mensajero vino a la granja portando una nota real: "El Rey quiere verme" pensé.
No sé por qué querría un Rey ver a un simple campesino, y allí fui.
Dos días a caballo costó llegar hasta aquel castillo; enorme, majestuoso e imponente.
Una vez dentro me recibió el Rey
- Siéntate Ian
- ¿Sabe mi nombre?
- ¿Cómo iba a olvidar el nombre de mi hermano?
- ¿Hermano? ¿Cómo? Pero si soy un humilde campesino
- Es por eso que te he hecho venir, quería contártelo
- Pero señor, esto cambiaría mucho mi vida, me metería en muchos problemas
- Lo sé, es por eso que debemos guardar el secreto.
- ¿Por qué me lo cuenta? ¿Qué quiere de mí?
- Quiero paz, paz interior, no podía vivir pensando que tenía un hermano granjero que quizá estuviera pasando hambre mientras yo tengo aquí de todo
- Todos pasan hambre mi señor
- No me llames señor, soy tu hermano
- ¡Yo no tengo hermanos!
- No te gustaría saber al menos por qué se te ocultó, por qué viviste entre el vulgo
- Poco importa ya, tengo mi vida, una familia que alimentar
- Podrías vivir en palacio entre algodones, no te faltaría comida ni bebida alguna
- Me siento más útil allí afuera, gracias por sincerarte, pero ya eché raíces, en la granja comida no nos falta, tenemos un techo y lo más importante, tenemos amor. Mucho más valioso que todo este lujo.
Podrían haberme matado por dirigirme así al Rey, pero expresé lo que se me pasó por la cabeza, y no me arrepiento; volví a mi granja y no volví a saber más de mi hermano.
Francisco Solano