relato
05 feb, 2021

Se estaba haciendo de noche, mis primas y yo nos dirigíamos hacia el pueblo de al lado “Niesborg”; Mi nombre es Helen, y esta es mi historia:

Katarina, Ana, Magdalena y yo teníamos una misión, debíamos informar al alcalde del pueblo, los atacantes estaban aquí, nuestra aldea “Kalen” había sido arrasada.

Nuestra familia vivía a las afueras, cuando padre vio el humo que venía de la aldea y escuchó las campanas de la capilla, nos reunió a mis primas y a mí.

  • ¡Corred! ¡Avisad a Niegsborg!
  • ¡Pero padre!
  • Aún hay esperanza para vostras, ¡Idos!

Y así fue como empezó nuestra misión, cruzamos toda la montaña que separa Niegsborg de nuestra aldea.

Con la adrenalina corriendo por nuestras venas ni siquiera habíamos analizado la situación. Entramos por uno de los cañones que conectaban los dos valles, escuchamos ruidos... Nos estaban siguiendo, nos escondimos entre los arbustos y pudimos verlos, eran enormes, parecían gigantes, estuvimos largo tiempo escondidas hasta que se dieron la vuelta, habíamos estado demasiado tiempo escondidas y ya había empezado a anochecer, al caer la noche veíamos poco, era una noche sin luna... Kata tropezó con una raíz y cayó al suelo.

  • ¡Levanta Kata! No debemos retrasarnos
  • ¡No puedo! Creo que me he roto algo

Ana, Magda y yo nos íbamos turnando en ayudar a Kata a recorrer aquel sinuoso camino, poco después vimos las primeras luces.

  • ¡Ahí está! ¡Es Niesborg! - dijo Ana

Al fin, un rayo de esperanza, fueron 3 largas horas hasta que llegamos a la puerta. Un vigía hacía guardia.

  • ¿Quién va?
  • ¡Traemos nuevas de la aldea de Kalen! Invasores han caído sobre la aldea
  • ¿Por qué habría de creerte? No veo fuego, ni humo, ni escucho ruido alguno.
  • Es por la montaña que lo tapa todo, y la noche sin luna hace que no se distinga el humo
  • ¡Sandeces! Y ¿Vosotras sois el mensajero que manda la aldea? Perdeos de mi vista si no queréis que os cosamos a flechazos.

Tuvimos que irnos, pero teníamos que avisar; rodeamos la fortaleza hasta que encontramos un punto débil, había un desagüe por donde se podría entrar.

Ana y Magda se quedaron con Kata fuera de la vista de los guardas. Yo me aventuré a colarme en la fortaleza.

Apestando a cloaca y sudor me colé, pero era muy tarde ya, casi toda la gente estaban en sus casas, solo quedaban guardias... ¿Qué podría hacer?

Si estaban todos dormidos, solo tenía que despertarlos, escalé la torre del campanario, casi me mato un par de veces, y una vez arriba empecé a tocar las campanas y a gritar: ¡Nos atacan! ¡Vienen por el norte!

CLOM, CLOM, CLOM

Las campanas sonaban como un quejido ahogado, todo el pueblo salió de sus casas para ver qué estaba pasando.

Tres guardias vienen a por mí y me llevan a la plaza del pueblo, donde está todo el mundo.

  • ¡Dejad que hable! - dijo el alcalde

Les empecé a contar todo, hasta que vi a mis primas, las tenían otros guardias.

  • ¡Coincide con la versión de las que encontramos fuera! - dijo uno de los guardias
  • ¿Cómo eran esos atacantes? - Me preguntó el jefe de la guardia

Les conté:

  • Eran muy altos, vestían con cuero, portaban hachas y hablaban una lengua que jamás había escuchado...
  • Son Kalvines del norte sin duda, no puede estar mintiendo, con lo jóvenes que son, nunca los han visto. ¡Todo aquel en edad militar, a la armería ahora mismo, debemos estar preparados!

No tardaron mucho en llegar, nos habían seguido el rastro. Niesborg luchó con todas sus fuerzas, muchos cayeron, pero Niesborg resistió. Si no hubiéramos avisado, no hubiera quedado nadie vivo, salvamos a muchos.

Habíamos completado nuestra misión.

Francisco Solano